Confesiones inesperadas...
Yo
me encontraba solo tratando de olvidar lo que había pasado pero el recuerdo de
ese hombre tirado en el piso lleno de sangre, me estaba quemando al cabeza. Todo
lo que pasaba a mí alrededor me llevaba a pensar que era un asesino. Por unos días
decidí no comer, ni dormir, ni siquiera quería salir de mi propia casa. Me
estaba volviendo loco. Después de unos días decidí mandar una carta al periódico
para delatarme, solo así la culpa iba a salir de mi mente. La carta empezaba
con una simple descripción mía para introducirme al público. Y así empezaba mi confesión:
Yo
y mi amigo secreto, corrimos hacia la camioneta. Sin hacer un solo ruido nos
dirigimos hacia la casa de un señor de 83 años, farmacéutico y con un sobrino,
a la que no veía desde hacía muchos años. Este señor, unos días antes había recibido
una gran fortuna y ya que era viudo, el podría disfrutar del dinero solo. Yo tenía
dos armas y mi amigo secreto (al cual no voy a delatar) un solo bastón. El
señor estaba durmiendo muy tranquilamente, mientras el televisor seguía pasando
las típicas películas en blanco y negro. Los dos decidimos acercarnos y
dispararle, luego usaríamos el bastón para verificar que el asesinato se
hubiera hecho correctamente. Pero algo salió mal, el viejo se despertó inesperadamente.
Se levanto del sillón donde estaba acostado y se horrorizo al ver que dos
personas estaban a punto de matarlo. Nos amenazo con llamar a la policía pero
yo sin pensarlo apreté el gatillo y la bala salió disparada. Me quede inmóvil,
no podía creer lo que había hecho. Mi amigo secreto se encargo de dejar un
mensaje en la pared de la cocina, con sangre del mismo viejo, que decía “DIOS
LE DA PAN AL QUE NO TIENE DIENTES”. Después nos fuimos de la misma manera en la
que habíamos entrado.
Así
terminó la carta, con una sutil firma y un sello común. Rogué porque no
creyeran que esto era un cuento y lo envié directamente al periódico. Unos días
después, en el periódico salió una noticia titulada “SOBRINO MATA A SU TIO PARA
RECIBIR HERENCIA”.
POR:
Macarena Vergara.
Muy buen trabajo. Está bien logrado el tono de desesperación del narrador en el primer párrafo. ¿Es el sobrino del farmacéutico el asesino? Si es así, me despistó un poco que en su confesión se refiriera a sí mismo en 3ra persona ("un sobrino al que no veía desde hacía muchos años"). ¿O es que la policía incriminó al sobrino inocente?
ResponderEliminar9 (nueve)
Lau, yo intentaba mantener el suspenso de quien era el narrador hasta el final...por eso esta lo de la noticia...quizá no se entendió bien.. Igualmente muchas gracias....
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